OPINIóN
Triste realidad atraviesan los empleados públicos mendocinos

¿Por qué decimos que Cornejo odia a los empleados públicos de Mendoza?
Porque no alcanza con pagarnos mal. También nos desprecia, nos persigue, y nos culpa de todos los males del Estado.
Mientras nuestros sueldos se derrumban frente a la inflación, él cierra paritarias a la baja, desconoce la negociación colectiva y se jacta de “disciplinar” al que protesta.
Nos precariza, nos amenaza, nos obliga a trabajar sin recursos y en condiciones indignas.
Y encima, nos trata como vagos.
Pero somos quienes sostenemos las escuelas, los hospitales, los centros de salud, la seguridad, la justicia.
No somos el problema. Somos la base de un Estado que funciona.
1. Ajustes salariales insuficientes: Reiteradamente se han otorgado aumentos por debajo de la inflación, lo que ha deteriorado el poder adquisitivo de los salarios públicos. Además, en muchos casos se otorgan unilateralmente sin paritarias reales.
2. Desprestigio del rol estatal: Cornejo y su entorno han sostenido discursos que estigmatizan al empleo público, presentándolo como ineficiente, caro o innecesario, lo cual genera un clima hostil hacia quienes sostienen servicios esenciales como salud, educación y seguridad.
3. Represión y persecución sindical: Ha habido represión a manifestaciones, amenazas de descuentos por protestar, y una actitud abiertamente confrontativa con los gremios estatales.
4. Precarización laboral: En lugar de avanzar en la regularización de contratados y otras formas de empleo inestable, su gestión ha mantenido e incluso profundizado estas condiciones, especialmente en áreas como salud y educación.
5. Desinversión en servicios públicos: Falta de insumos, infraestructura deteriorada y condiciones laborales adversas hacen que, además de mal pagos, muchos empleados trabajen en contextos muy difíciles.
L.H.