Sábado 3 de Mayo de 2025

Hoy es Sábado 3 de Mayo de 2025 y son las 16:44 - BIENVENIDOS a las noticias ...

  • 24.8º

POLITICA

Mendocinos a las cosas

El Periodista y escritor Eduardo Cuadra Zúñiga decía en su libro sobre la vida de José Néstor Lencinas que, de no haberse producido la llamada” revolución de los cotudos”, pocas cosas se hubieran logrado efectivizar en materia de derechos que favorecieran a los estados provinciales.

La vocación profundamente  federalista  y la firme determinación de los pueblos del  interior por encontrar fórmulas  de acercamiento y ganar en el conceso final sobre el poder concentrado en  la metrópolis  nunca hubiese podido prosperar de no haber sido por la perseverancia de los hombres que en lo años treinta se impusieron con verdadera consistencia política y conocimiento de como debía procederse respetando los principios constitucionales de la autonomía y la autodeterminación de los pueblos.    Pero esto que en algún momento fue  una realidad, con los años de tantos encuentros y desencuentros, frustraciones y desencantos en la vida democrática del país con gobiernos  que sobrevinieron, algunos por la vía de los hechos y otros por los canales de las normas constitucionales, se quedó en el camino y hoy comienza a advertirse que la paciencia se terminó y algunas provincias vuelven por lo suyo y han dado inicio a una batalla que ya se siente como dura.    Pero veamos, en el caso puntual de Mendoza,  reflexionando un poco, observaremos  porque el federalismo se menguó y se atrancó como fórmula ideal de  ordenamiento institucional.    Rencauzar el federalismo   La concepción que tenemos de la problemática institucional y económica del país, reconoce no solo la intangibilidad de los derechos consagrados por la Constitución Nacional que establece el federalismo en su ordenamiento jurídico, sino también las particularidades provinciales que requieren de la autónoma capacidad decisional de los Estados provinciales para decidir sobre la defensa de sus facultades y su destino político.   Este concepto está complementado por un sentido integrador que es condición de nuestra identidad nacional. Se entiende que la integración nacional debe darse globalmente en el marco del respeto y acatamiento al juego armónico de los poderes que componen los Estados provinciales.   Ello es condición de una identidad nacional inequívoca. Es evidente sin embargo que el proceso de concentración y centralismo que fuera impulsado por intereses incompatibles con esos derechos inalienables y los objetivos que nos definen como Nación, han sufrido distorsiones y hasta avasallamientos en distintas épocas de nuestro desenvolvimiento histórico e institucional.    Las etapas de mas crudo centralismo antifederal coinciden con la vigencia de gobiernos de facto, es decir gobiernos de usurpación, que sometieron siempre la voluntad de autodeterminación federal de las provincias a sus planteos y apetencias espurias a los planteos excluyentes de la participación provincial y popular para privilegiar los intereses del atrás, la dependencia y el avasallamiento de los derechos provinciales.    El rencuentro del país con la democracia y sus instituciones rectoras  posibilita también el restablecimiento del federalismo y las provincias pasan a ser asimismo protagonistas del quehacer nacional.   Pero el daño causado a los Estados provinciales por las arbitrariedades del autoritarismo generalmente aliado a intereses minoritarios, ha dejado una triste herencia de postergaciones, atrasos y despojos que hoy se procura superar comenzando por una redefinición de factores y funciones que han producido el grave desequilibrio que sufre el país.    El reordenamiento de la estructura estatal y de gobierno, son proyectos pivotes del restablecimiento de un auténtico federalismo. En este esfuerzo por recuperar para las provincias su legítima capacidad federalista y el cumplimiento de sus derechos, Mendoza ha liderado actitudes señeras.    La lucha por la obtención de una justa aplicación del régimen de coparticipación y de regalías petrolíferas e hidroenergéticas, tradicionalmente  retaceadas por el poder central, las demandas de tarifas de fomento en materia de energía eléctrica por ser fuente productora, el reconocimiento a la titularidad de sus derechos sobre los hidrocarburos, la integración de directorios de entidades financieras y de decisión que tienen relación con decisiones atinentes a los intereses locales y los esfuerzos por lograr una correcta comprensión por parte de organismos y funcionarios del Estado federal de las características de la problemática de su producción básica, señalan una acción que debe ser continuada a través del diálogo, el esclarecimiento y la solidaridad y la presencia de una voluntad federalista mendocina que interprete las legítimas urgencias, hasta obtener los resultados apetecidos.    Las gestiones que eventualmente se llevan a cabo juntamente con el apoyo de las fuerzas y la inteligencia política comunitaria y de las representaciones legislativas de la provincia en el Congreso Nacional, darán en la nueva etapa seguramente testimonio de una madurez indicativa de la conciencia de responsabilidad común que impone la democracia por encima de los parcialismos partidistas y sectoriales.    No valen los partidismos   Estos son algunos de los conceptos que han marcado mi decisión de ponerme al frente de los  reclamos que tienen que ver con la defensa de los intereses provinciales frente al sometimiento del que son objeto la mayoría de las provincias y regiones del país.   El tema de la promoción industrial que dejó de lado nuevamente a Mendoza con los perjuicios que viene causando desde los años 1972, la no mejora en la coparticipación federal  y las regalías; leyes de emergencia, como la ley del cheque, y algunos otros aspectos más, hacen a la distorsión institucional que padece todo el país con una concentración notable del poder político y un manejo discrecional de los recursos.     En realidad mi convicción también está fundada en la premisa de recuperación del pleno ejercicio del federalismo que consagra la Constitución nacional y que considero como piedra angular del sistema democrático que asegura la dignificación del hombre argentino y la estructura de una sociedad justa, libre, solidaria y participativa respetando sus particularidades regionales.    Dentro de este marco, insisto,  hay que reformular las bases de una transformación estructural  que posibilite la reivindicación de los derechos sociales y económicos. Mendoza es una provincia con peculiares particularidades que la hacen un destino privilegiado por su gente sencilla, reservada, humilde y firme en sus sentimientos, porque así son los hombres montañeses: tienen las virtudes de la tierra.    Además, la provincia es un punto estratégico para los grandes emprendimientos hacia el pacífico en una empresa de integración regional y continental como lo advirtiera el general San Martín. También por su ecología,  la generosidad de sus ríos y su clima, según lo atestiguaron viajeros extranjeros como Samuel Haygh, Mendoza tenía y tiene vocación de grandeza.    Es por ello que no debemos descansar en rencauzar sus potencialidades con un sentido moral y espiritual de equidad, preservando fundamentalmente su autonomía y reforzando la construcción de una infraestructura adecuada, particularmente en temas de regadío, caminos y adecuada instalación de servicios sociales tales como la vivienda, la salud, la justicia, la seguridad y la educación.    Más allá de los avances de la tecnología con los aportes de los proyectos propios e importados,  siempre está latente la idea de crear en las zonas aptas de la provincia industrias como la azucarera a partir de la remolacha, la soja, el maní que por la interferencia de intereses foráneos quedó en el camino dejando heridas en los pueblos del interior con el modelo económico impuesto por la tan mentada oligarquía asentada en el puerto de Buenos Aires En realidad, no quiero referirme al retorno del pasado, sino un retorno al impulso transformador que a manera de factor equilibrante debemos llevar las provincias postergadas y condenadas al aislamiento.    Ya en los años del Gobernador Lencinas se hablaba de la autonomía de las provincias y de las defensas sin retaceos del federalismo. Recordemos el viejo sueño de integración regional y continental, que alimentaron los fundadores de la independencia de estos pueblos y que adquieren un perfil precursor a través del  Lencinismo y se adelanta en muchas décadas al proyecto del Mercosur venciendo dificultades, interferencias y prejuicios creados por los intereses foráneos y de un pseudonacionalismo  contrario a la integración de estas naciones.    Este proyecto de Lencinas de integrar físicamente a los pueblos con un destino común, demuestra la visión que tenía el caudillo federal mendocino acerca del futuro económico, social y político de esta parte del continente.    A varios años vista de esta realidad, vivimos una época de conquistas sociales, participación en las decisiones políticas y de gobierno de los trabajadores y todavía meditamos la metodología para romper con el centralismo metropolitano. Pero ello ha creado sin duda una conciencia de autovaloración y  una toma de posición esclarecida respecto a sus derechos y posibilidades.    Esta es una larga marcha que no reconoce caídas ni dilaciones, no concluida aún, y nuestro objetivo principal debe ser asumir el compromiso de eliminar por siempre los factores de distorsión tales como el fraude, la desintegración de sectores de la  economía, la especulación y el despojo de la economía regional en perjuicio de los productores y el recurso humano utilizado en la compleja tareas de la actividad.     Finalmente es nuestra obligación recrear los mecanismos de manera tal que no sólo se promueva un crecimiento ordenado y racional sino para que todas a las actividades de la provincia sirvan a bien común y en especial a la demanda de justicia social de sus estamentos más débiles.   Publicado por  el domingo, 9 de septiembre de 2012

COMPARTIR: